Chantaje, sólo chantaje

Por Jorge Vivanco Mendieta – 6 de julio de 1995- Expreso

Perdónenme, estimados lectores, que los fatigue casi diariamente con el análisis de negativos aspectos de la realidad purulenta, leprosa, contaminada del virus ultrafiltrable de la corrupción.

Si los jueces y autoridades competentes están adormecidos y en buena parte se han integrado a este proceso que, más temprano que tarde liquidará la estructura social; si la sociedad civil se ha resignado a fuerza de frustraciones a esta situación; si los directores de las instituciones que son la columna vertebral de la sociedad no se dan por notificados; si todo esto pasa, los periodistas, así fuéramos los últimos mohicanos, debemos denunciar, gritar, desgañitarnos, aunque no nos hagan caso, que sí nos harán, a la larga o a la corta.

Todo o casi todo es chantaje en el mundo político especial- mente; digo «casi» porque hay algunas excepciones que constituyen una esperanza, aunque el actual cuadro es desolador: no hay contrato sin comisión (¿qué nos dicen del maletín con billetes dólares que se encontró quemado al remover las ruinas del avión de la YPF últimamente siniestrado?); no hay trámite sin coima, no hay pago de planilla sin porcentaje y la mayoría de las resoluciones del Congreso se hacen al «toma y daca».

Voy a hacer mención de algunos casos sucedidos últimamente: Un bloque legislativo pidió y recibió 200 mil millones de sucres por dar su voto favorable a la ley de modernización, y todavía quiso más. Otro bloque presentó dos informes sobre la ampliación del oleoducto, uno favorable, otro desfavorable. Por el favorable pedía una cantidad impresionante de dólares. Se cambiaron los dólares por altos y jugosos empleos, en donde, según un funcionario de gran jerarquía, están robando desesperadamente. Dieciséis diputados pidieron al Gobierno de la manera más descarada medio millón de dólares por aprobar la ley de EMETEL.

Algunos ministros de la Corte Suprema pidieron cientos de millones de sucres por declarar constitucional una resolución oficial cuestionada. Esa plata era para el bolsillo de los magistrados, no para la Función Judicial.

En éste como en el anterior caso, presentaron los dos informes, uno a favor y otro en contra, para hacer más objetivo el chantaje.

Al subir el precio de los combustibles, se estableció un régimen subsidiado para el diésel de exportación de banano y camarón; pues con ello subió el consumo de dos a ocho millones de galones. Desde luego, el Gobierno no pagó el subsidio, pero el atraco lo superó con creces.

Chantaje y chantaje. Pero, ¿por qué se deja el Gobierno chantajear si puede y debe denunciar a los chantajistas y reprimirlos con mano de hierro? Sólo se dejan chantajear los cobardes y pusilánimes, o los que tienen rabo de paja. En ninguno de los casos, están en capacidad de gobernar.

¿Se imaginan qué hubiera hecho el doctor Velasco Ibarra ante un chantaje de cualquier especie?. Hubiera aplastado como cucarachas a los chantajistas. Es que el doctor Velasco Ibarra tenía las manos limpias y le sobraba energía.

Reseñas del periodista y columnista ecuatoriano, nacido en Loja el 13 de mayo de 1927, fallecido en Guayaquil el 7 de diciembre de 2016 a la edad de 89 años.

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